Dont worry, be happy, ¿Cuántas veces nos hemos planteado ese pensamiento después de haber tenido una relación sexual? O bien ¿Cuántas veces nos lo planteamos teniendo una relación sexual? Tranquilos somos víctimas de una sociedad demandante. En realidad, siempre lo hemos sido. Y el sexo es el primer punto en donde una persona debe destacarse en lo que hace, y de no ser de esta forma empiezan las preocupaciones en el sexo.
Es muy común escuchar que una persona tiene preocupaciones en el sexo, aunque la mayoría prefiera evadir el tema y guardarlo para su intimidad, lo cierto es que las mayores preocupaciones en el sexo son:
- Que el compañero no te vea bonito/a: hay un fuerte hincapié sobre este punto en cuanto a las preocupaciones en el sexo. El hecho de que a nuestra pareja le guste nuestro cuerpo desnudo es algo que aterroriza a los seres humanos, llegando a impedirles que puedan tener un encuentro sexual.
- Enfermedades de transmisión sexual: aunque en menor caso que el punto anterior, las enfermedades de transmisión sexual son parte de las preocupaciones en el sexo. Muchas personas son demasiado rigurosas con este tema y no llegan a confiar en los métodos anticonceptivos que se ofrecen hoy en día, y por tanto la dificultad de entregarse al otro es muy grande.
- No alcanzar el orgasmo: este ítems es el rey de todas las preocupaciones en el sexo tanto para hombres como para mujeres. Todos temen no poder llegar a alcanzar el máximo punto de placer cuando se está en la cama con alguien que nos gusta mucho, o queremos mucho. De hecho, gracias a ello sale el tan famoso firgir el orgasmo para no hacer sentir mal a nuestro compañero.
- Ser precoz: a diferencia del punto anterior la precocidad es algo que preocupa a las personas sexualmente. Por lo general esta preocupación en el sexo está ligada a la vergüenza, al hecho de estar tan estimulado que el acto sexual concluye en muy poco tiempo.
- Carecer de sexo: a diferencia de las preocupaciones en el sexo mencionadas, ésta tiene que ver con el estado de una persona. La soledad, produce que muchas veces pensemos que no vamos a volver a tener sexo, o que por tener ganas solo pocas veces a la semana, nuestra pareja huirá y nunca más lo veremos a tener. Lo mejor en este caso, es no obsesionarse.