Cualquier que pueda llegar a hacer una comparación superficial le saldría naturalmente afirmar que el porno no es tan adictivo y tan degenerativo para las personas como cualquier otra sustancia que pueda generar adicción.
No obstante cuando uno comienza a tener conciencia de qué manera funciona la mente humana con los videos pornográficos y cuál es el público de mayor consumición de los mismos, se da cuenta que la sociedad consumista de pornografía está en verdadero peligro.
A diferencia de otras drogas, el porno es un material peligroso porque al disfrutar, la mayoría, de internet en el hogar es un material accesible a todos los integrantes de la casa. Los sitios abundan y las experiencias que se exhiben son de todo tipo, para todas las fantasías, y para todos los gustos, mientras que la mente humana encuentra en los videos una estimulación, una recompensa y por sobre todo placer.
Algo muy parecido a lo que le sucede a un alcohólico cuando ve escenas referidas al alcohol. Esta adicción ataca principalmente a las mentes más vulnerables y con menos experiencia en la práctica, claramente por una cuestión de curiosidad y de novedad que incita a la persona al placer.
Así se canalizan las ganas, y las fantasías con la búsqueda constante de nuevos materiales para poder cubrir la necesidad de sexo que se está teniendo. Es por este motivo que los adolescentes, los jóvenes, incluso algunos niños, son los más propensos a padecer una adicción pornográfica.
Hay que tener en cuenta el proceso madurativo de un ser humano, y como en las distintas etapas los mismos son capaz de controlar sus impulsos.
Si hacemos foco en la corteza prefrontal nos daríamos cuenta que recién se llega a la adultez a los 25 años aproximadamente, donde cualquier ser humano puede establecer diferencias, y llevar una estimulación sexual pornográfica adecuada, donde el peligro del material que da vuelta por la red es tomado con una mirada diferente.
Si nos tomamos apenas unos segundos para ver los videos pornográficos que el mundo maneja hoy en día, notaremos como los mismos manejan una desmedida violencia y degradación de los géneros que llegan a crear una imagen de cómo deben comportarse y reaccionar las personas ante determinados estímulos.
Si tenemos en cuenta que ellos los cimientos de las relaciones sexuales de los jóvenes y adolescentes realmente vale la pena preguntarnos si realmente el porno no equivale a una droga.